El Jazán Ciego
Caratula:
Rav Shlomo Carlebaj
IÁJAD – KULAM KEDUSHÁ
JUNTOS – TODOS SANTIDAD
CUENTOS
El Jazán Ciego
El alma es tuya y el cuerpo es quién la hace actuar, ten piedad de quienes se esfuerzan por Ti.
A veces nos enojamos con una persona y luego nos avergonzamos: ¿Cómo me enojé con él? ¡Qué error que cometí! ¡Que error, que error …!
A mí me sucedió una vez en mi vida – y lamentablemente tengo muchas cosas de las cuales avergonzarme – que sentí tal vergüenza, que ya casi no quería seguir viviendo.
Hay una sinagoga en un lugar, donde rezan verdaderamente con todo el corazón, con toda el alma. En especial debido a que allí habían muchos niños pequeños y ellos rezan como los ángeles serviciales.
Una vez, llegué a ese lugar el día de Shabat por la mañana.
Lamentablemente, el Jazán era … jamás había escuchado algo así.
No tenía voz, no tenía nada.
Si él no hubiera recordado bien las melodías, yo todavía lo hubiera perdonado. Pero las palabras, él ni siquiera pronunciaba bien las palabras.
Él dijo “Shojén, Marom, Kadosh, Layiesharim, Tehila, Tithalal, Uvemakhelot, Meshijeja …”.
De verdad que yo no quería rezar con él.
Estaba seguro que obviamente era una persona muy rica, que tenía un yurtzait o algo así, y debido a que dio unos cientos de shekalim (la moneda del Estado de Israel) al Beit Hakneset, lo dejaron rezar … ¡Qué asco!
Me paré en un rincón y recé en forma individual.
Pero, ¿qué puedo hacer? Cuando sacan el Sefer Torá tenemos la obligación de ir con todos, verdaderamente tenemos la obligación … pues ¿quién no quiere besar al libro de la Torá?
Y bueno, yo me acerqué al Arón Hakódesh a besar la Torá, y el Arón Hakódesh tenía allí escalones hasta arriba, y yo veo que hay dos Judíos sosteniendo al Jazán.
Yo les pregunto entonces: ¿Acaso él no puede caminar?
Ellos me dijeron: No, él no puede. ¿Acaso no lo conoces?
Es el Jazán ciego … Él era el Jazán principal de la ciudad de Lemberg, y tenía una voz como la que tenían los Leviim (Levitas) en el Templo de Jerusalem.
Él estuvo en Auschwitz cuatro años, y de tantos golpes que recibió ya no tiene ojos ni voz, y también, pobrecito, se olvidó de las palabras de los rezos …
Y hoy le pidieron que pase adelante una vez más para rezar …
¿Ustedes comprenden qué clase de rezos fueron los suyos? ¡Qué clase de rezos …!
Si una vez en Iom Kipúr, tuviese por un minuto el mérito de rezar como él rezó aquel Shabat por la mañana … De seguro que él se acordó de todas las Tefilot (rezos) de Lemberg, cuando todavía tenía voz y cuando todavía podía ver …
Y ahora estaba totalmente destrozado, destrozado, y no quedaba de él sino un “conjunto de restos” …
Si hay una persona con el corazón destrozado en el mundo, ése es el Jazán ciego …
¿Cómo puede ser que no me dí cuenta de quién era? ¿Cómo no sentí la profundidad de sus rezos?
De verdad que no quería seguir viviendo. Pensé que yo era una persona totalmente superficial, sin ninguna clase de profundidad interior …
Me quedé parado sin saber qué hacer conmigo mismo.
Mientras tanto, el Jazán se acercó con los dos Judíos que lo cuidaban, y cada persona que estaba allí rezando se acercó a darle un beso al libro de la Torá.
Cuando él pasó a mi lado, en lugar de besar al libro de la Torá … besé sus manos sagradas.
Sepan ustedes señores míos, que cuando una persona se encuentra al final de su vida – el Kadosh Baruj Hu le entrega un poco de nueva vida.
En ese momento, él le preguntó a los Judíos que estaban a su lado: ¿Quién fue el hombre que me besó la mano?
Ellos le dijeron: Shlomo Carlebaj.
Él se dirigió entonces a mí con sus ojos, sin luz –todavía se podían ver los golpes en su rostro- y me dijo: Shloimelé, a mí me gustan tus melodías …
Él me dió vida de nuevo, otra vez …
Me quedé en aquella ciudad una semana completa. Salí todos los días a pasear con el Jazán ciego. ¡Qué Judío! ¡Qué Jasid! ¡Qué persona elevada!
Después de unos meses, sentí que lo extrañaba y decidí llamarlo. Su mujer contestó y me dijo: Shloimele, el Jazán ciego ya no está en éste mundo. Ahora es Jazán en el Paraíso …